sábado, 5 de junio de 2010

Prefacio - fragmento

Por Pascale Alemany

Nací en Reims, en medio del viñedo de Champagne; fui la cuarta hija de una familia numerosa tradicional como aún las había tantas en Francia en esa época. Eramos diez hermanos y hermanas, cuatro varones y seis niñas.

Mi tía Maggy era una excelente cocinera, y fue con ella, en un principio simplemente observándola, que di mis primeros pasos en la cocina. Me volví muy curiosa y muy pronto aquello se convirtió en una pasión; tomaba notas febriles en un cuaderno de espiral que todavía conservo. Algunas de mis amigas tenían a su vez madres que cocinaban muy bien y que también me enseñaron mucho. Los domingos solíamos merendar en familia, y esa fue para mí la primera ocasión de probar mis talentos de pastelera, cuando aún no tenía más de doce años.

Poco después de mi casamiento, me fui a vivir a Japón con mi marido, que era por entonces un joven diplomático. Empecé a enseñar francés en la Universidad Gakushuin de Tokio y luego conocí a unas mujeres japonesas que frecuentaban el mismo club de natación que yo. Enseguida nos hicimos amigas; a ellas les encantaba Francia, no sólo su lengua y su cultura sino también su gastronomía. Me pidieron que les diera clases de cocina francesa. Así fue que empecé, con esas cuatro alumnas y mi famoso cuaderno espiralado de recetas que había traído conmigo a Japón para poder cocinar cuando tuviésemos invitados en casa...

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